Se denomina carencia hipotecaria al periodo de tiempo que transcurre durante el cual el titular o titulares de una hipoteca puede reducir o suspender el pago de las cuotas mensuales. Esto no quiere decir que se perdonen esos pagos. Se trata de una medida que puede ayudar a aliviar la carga financiera de los hipotecados en situaciones de dificultad económica como el desempleo, la enfermedad o la reducción de ingresos como la que se dio en la pandemia.
Tipos de carencia hipotecaria
Los bancos ofrecen dos tipos de carencias hipotecarias: total o parcial.
- La carencia total es aquella en la que el hipotecado no paga nada durante el periodo de carencia: ni capital ni intereses. Esto implica que la deuda se incrementa debido a que los intereses se acumulan y se añaden al capital pendiente.
- El segundo tipo es la carencia parcial, con la que el hipotecado paga intereses durante el periodo de carencia pero no el capital. Esto implica que la deuda se mantiene constante pero el plazo se alarga o la cuota sube al finalizar la carencia.
Cómo solicitar la carencia hipotecaria
La carencia hipotecaria no es un derecho, sino una opción que debe negociarse con el banco que concede la hipoteca. Para solicitarla, el hipotecado debe cumplir una serie de requisitos como demostrar que su situación económica ha empeorado, tener un historial de pago puntual y no estar en mora (retraso en el cumplimiento de una obligación vencida).
El banco puede aceptar o rechazar la solicitud de carencia hipotecaria e incluso establecer las condiciones particulares del periodo de carencia (duración, tipo, coste…). Generalmente, el banco también cobra una comisión por modificar el contrato hipotecario y aplica un tipo de interés más alto durante la carencia.
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